La democracia está llegando al final de su ciclo. Su evolución sufre un deterioro incesante y sólo si tomamos conciencia de este fenómeno podremos luchar contra él. Tal es la hipótesis nada ambigua de Guy Hermet, el prestigioso politólogo francés, que, según José Vidal-Beneyto, «lleva veinte años advirtiéndonos del deterioro de la práctica democrática». Su ensayo analiza el concepto mismo de democracia, revisa la historia y las formas que ha adoptado desde la Grecia Antigua hasta su consolidación, y subraya los elementos que caracterizan su decadencia en la actualidad: el cariz populista de algunos líderes occidentales; el atasco institucional de la Unión Europea, que se aleja paulatinamente del sentir de los ciudadanos; el agotamiento del Estado del bienestar; la charlatanería barata que reemplaza en las campañas electorales el debate serio y, al mismo tiempo, la mojigatería del lenguaje «políticamente correcto».
Así, es posible que, como ocurrió con el Antiguo Régimen, acabado años antes de la Revolución francesa, la democracia haya dado paso a un sistema que todavía carece de nombre.